Nos embarcamos y no nos embarcamos en los mismos ríos, somos y no somos. Heráclito.

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En este blog, Profesores y alumnos del Postgrado de Maestría en Filosofía de la UCAB Guayana, publicamos nuestras reflexiones sobre las ideas y el diario acontecer de nuestro entorno.

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"Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad más abominable: es el hecho de que fomentan la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de líderes, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir esas tristes monotonías es uno de los muchos deberes de un escritor".

Jorge Luis Borges

sábado, diciembre 17, 2011

Si pienso, existo... ¿y si no pienso?










Dice el DRAE:
pensar1.
(Del lat. pensāre, pesar, calcular, pensar).
1. tr. Imaginar, considerar o discurrir.
2. tr. Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen.
3. tr. Intentar o formar ánimo de hacer algo.
pensar2.
1. tr. Echar pienso a los animales.

Nuestro bueno y modesto Descartes comenzó el Discurso del Método con una mentira piadosa: que todos somos listos, que tenemos buen sentido común y que todos podemos razonar, que no hay hom­bres mas razonables que otros, que las diferencias son por haber guiado el pensamiento por derroteros distintos. Uno de los momentos cumbres de esta magna obra es cuando reconoce que no puede deslastrarse de todo, que no puede derrumbar la casa completa -para partir de cero con su tabula rasa-, sino que debe dejar las fundaciones, las bases. Esas bases refieren a la moral. No puede ir por el mundo sin moral. Se entiende que es en el mundo habitado por sus congéneres: una sociedad. Otro momento cumbre es, sin duda, la célebre reflexión conclusiva: pienso, entonces existo. Se refiere a una existencia significativa: a la que el individuo le pueda dar sentido o, al menos, pueda preguntarse por el sentido que tiene su existencia; pues, dependiendo de lo que se entienda por existir, también existen objetos y seres no pensantes.

El pensar, o el pensamiento, tiene diversas acepciones, pero hay palabras comunes en todas ellas, tales como intelecto, razonar, cognición, mental e imaginación. El pensar nos permite, dentro de un estrecho o amplio margen, anticipar los hechos futuros, manejar los actuales y explicar los pasados. Otra conse­cuencia es que nos permite crear ideas y objetos e imaginar cosas, bien sean abstractas o  factibles. También nos ha dado una situación de privilegio sobre los demás seres gracias a que nos permitió haber creado la comunicación compleja: el lenguaje. No intentaré definir qué es pensar, pues pienso que el lector ya ha pensado sobre algún concepto aproximado del término. Sin embargo, hay algo casi defini­tivo que se ha establecido desde la neurología y ciencias afines: las experiencias previas ensalzan el pen­samiento. Esto tiene que ver con la cognición.

Tal pareciera que nuestras clases dirigentes: gobernantes y demás ejercitadores (o detentores) del poder, presentes y pasados, han empleado la segunda acepción del DRAE, no la primera. O, mejor dicho, han empleado la primera para llevar a cabo la segunda. Nuestros dirigentes parecen haber estado pen­dientes solamente de sobrevivir hegemónicamente mientras liban la cornucopia, sin mostrar piedad o caridad alguna por el desarrollo de los habitantes. ¿Macabra y sincrética mezcla de Hobbes y Kant? Todo un Leviatán tropical disfrazado de populismo, con el aburrido y consabido “¡Yo sí te quiero, pueblo!”. Por otra parte, bien podría decirse que lo ocurrido no ha sido sin cierta anuencia, incluso agrado, de las clases dirigidas. Entonces, la crisis del pensar, imaginar, crear... ¿ha sido provocada ex profeso por los dirigentes o ha sido un producto histórico inevitable?

Como quiera que sea, esto ha llevado a que los países del otrora llamado Tercer Mundo (pues no esta­mos solos en la crisis del pensamiento) estén fallos en lo que se refiere a la imaginación; si bien este problema no excluye algunos países desarrolla­dos. Esto ocasiona el estancamiento de una sociedad. La evolución, los naturales cambios por los que la Humanidad ha transitado a lo largo de su Historia, han presionado al aparato social para buscar las vías que logren modificar los paradigmas, y la forma de hacer las cosas en concordancia con los cambios. Ello requiere de imaginación y ésta es producto del pensamiento. Si el conocimiento precede o facilita el pensamiento, y éste a la imaginación, es claro que el aspecto cognitivo es de una gran relevancia para que las mentes produzcan las innovaciones necesarias. Hemos entrado, de esta manera, en el mundo de la Educación.

La Educación tiene, básicamente, dos estadios: la inculcación de principios y valores morales al niño, que deben iniciar los padres en el hogar, y que posteriormente involucra a toda la sociedad; y la instrucción o educación instrumental de la escuela. Ambos están en el banquillo de los acusados hoy día. Son los convidados de piedra de nuestra sociedad. ¿Cómo cambiar ese estado de cosas? Cada uno puede opinar o dar ideas a este respecto. Como es gratis, podemos dar aquí nuestra opinión. En una sociedad que padece de anomia in crescendo, la educación de valores es, ciertamente, difícil. Solo interiorizando la necesidad de mejoramiento, la urgencia de erradicar algunas malas costumbres y antivalores que se han institucionalizado -condición sine qua non para lograr una sociedad próspera[1]-, es que se logra un colec­tivo de ciudadanos que gocen de autarquía, cuyo código moral no permita la disfuncionalidad de la so­ciedad. Eso no es nada fácil, es una tarea de toma de conciencia en la que toda la nación debe estar comprometida: medios de comunicación, gobierno, trabajadores, empresarios, pero sobre todo padres y educadores. Los medios de comunicación son una via idónea para propagar las buenas costumbres y los sanos valores. Deben reivindicarse y dejar de ser las insulsas nanas del venezolano, como los deno­minó Guillermo Mosquera en uno de sus artículos. Y los que ya poseen esos valores y principios que se consideran adecuados, deben dar el ejemplo con su buen comportamiento ciudadano. Los gobiernos democráticos por sí solos no lo podrían resolver. Puede resolverlo la sociedad actuando monolítica­mente, como un todo. Algunos gobiernos totalitarios lo han logrado, pero castran mentalmente al indi­viduo y lo convierten en un autómata obediente de las órdenes –morales, inmorales o amorales- del Gran Hermano, muy lejos de ser autárquico.

La educación instrumental de la escuela debe innovarse. Ya los métodos clásicos utilizados en el proceso de enseñanza-aprendizaje son obsoletos. El aprendizaje significativo debe invadir las aulas. Está suficien­temente estudiado que el llegar a un aula plagada de jóvenes, y volcar conocimientos en un pizarrón o mediante una aburrida charla, es un método que solo logra fijar los conocimientos de una manera de­leble, y no a largo plazo. El proceso de enseñanza-aprendizaje debe incorporar experiencias enriquece­doras que sean exitosas fijando los conocimientos; esos conocimientos que preceden al pensamiento y a la imaginación. Deberían ser tales que incluso motiven al individuo a adquirir más conocimientos. De manera que el gremio docente tiene un gran trabajo y un gran compromiso para con su Patria, no me­nor que el de todos nosotros. Hay una universidad en Venezuela que tiene uno de los mejores esloganes que pueda tener instituto alguno: Aprender haciendo. No debemos quedar en el eslogan, ¡debemos aplicarlo!

Todo lo anterior no tiene significado alguno si no tenemos un Proyecto de País que sea común a todos. Todos debemos querer mejorar y dirigir nuestras acciones en la misma dirección. La desidia, la flojera, la exclusión, la discriminación, el irrespeto, la irresponsabilidad, la viveza que perjudica a otros, la deshonestidad, y muchos otros adjetivos indeseables no lograrán florecer un proyecto común que nos haga crecer como Nación y del que podamos sentirnos orgullosos.

 “ He olvidado todo lo que me enseñaron, sólo recuerdo lo que aprendí
Patrick White
[1] Una prosperidad que no solo abarca el ámbito material sino también el inmaterial.

1984 de G. Orwell aquí.
1984 película de M. Radford (1984), basada en la obra de Orwell, aquí.



Entrevista a Roger Schank (especialista en cognición) por Eduard Punset:

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